A la corrupción no se le ha dado suficiente estudio, aunque es un tema que aparece recurrentemente en diversos periodos.

Distingo tres tipos de corrupción:
-         tribal
-         de estado
-         de mercado

De la que damos noticia hoy es la corrupción del mercado, que proviene del egoísmo acaparador del mercado. Este es el valor central de la moralidad del mercado.

A. Smith, quien es un análogo maquiavélico de la economía, aclara que el egoísmo es la base fundamental del mercado, como forma civilizada de prever el interés de los otros. Por consiguiente, es la moralidad mercantil la que genera la corrupción de la que las potencias mundiales hoy están preocupadas.

La hipercorrupción proviene del FMI. Se trata de un fenómeno cuantitativa y cualitativamente novedoso.

Doble impacto de la corrupción:
-         sobre las necesidades, así golpea a los sectores más vulnerados;
-         sobre los intereses institucionales.

Esto es lo que produce confusión, pues:
-         Cuando los organismos internacionales condenan la corrupción, lo que condenan son los efectos sobre los intereses institucionales.
-         Cuando los sectores populares condenan la corrupción, lo que condenan son los efectos sobre las necesidades.

He formulado una teoría sobre la doble moral, que tiene que ver con una tensión institucional en toda práctica humana, es la tensión entre organismos sistémicos, más o menos permanentes, regulares. Esta tensión siempre se resuelve a favor de uno de los lados, que siempre es la moralidad. Además se resuelve a favor del corto plazo: tendencia a la inmediatez, que supone la destrucción de la eticidad, la cual queda relegada al largo plazo.

El capital está conformado de mercado y de propiedad privada, que igualmente están en tensión.

Cuando la tensión se resuelve a favor del mercado, está atentando contra el contrato.

Si la libre competencia la lleváramos al extremo, entonces todo lo que obstaculice esa meta tendría que ser derribada, incluso, las reglas que protegen esa misma libre competencia.

La corrupción en dos sentidos:
-         El despojo en sentido absoluto, que es despojo de la institución
-         El despojo del justo sentido, que es despojo de las necesidades.

El segundo necesariamente lleva al primero, pero no a la inversa.

El despojo del justo sentido es privatización de lo público (corrupción sistémica). El mercado ya no produce lo público, el bien común ya no tiene sentido; ahora se ocupa de lo privado.

Comentarios

Carlos Cruz: Sin entrar en la noción general de corrupción; tengo problema sobre cuál es la lógica de la acumulación capitalista y la ética que le podemos asociar a esa acumulación.

Franz Hinkelammert: a partir del corpus de pensamiento crítico vemos que hay una racionalidad que genera irracionalidad. En este caso, se trata de la corrupción sistémica como irracionalidad de lo racionalizado. El sistema racional se perfecciona y produce irracionalidad. El mercado libre mata al mercado mismo, pues produce valores (ejemplo: honradez) que el mercado mismo destruye. Este carácter sistémico tiene dos formas: privatización de lo público, a veces es legal y a veces no, pero cuando es ilegal, poco se persigue. Cuando es legal, no se tienen criterios para poder enfrentarla.

Ronald Rivera: Me pregunto sobre el momento en que surge la idea de corrupción. ¿Cuál es el tipo de relaciones sociales que hacen aparecer la corrupción?

Angel Ocampo:
-         Respecto a la irracionalidad de lo racionalizado: yo lo veo en el sentido de que la corrupción no respeta las reglas de su contención y lleva al extremo su propios valores al punto de terminar corrompiéndolos. La misma dinámica sistémica, al profundizarse y llevada al extremo, sin consideración de sus límites externos como institución, es lo que lleva a su plena corrupción.
-         El cortoplacismo introduce esta confusión. Hablo de “inmediatez” y “presentismo” para referirme a la forma corrompida de vivir el presente y lo inmediato. No se puede desarrollar una vida presente en el extremo, pero tampoco en el sacrificio.
-         La racionalidad instrumental no reconoce moralidad, porque no reconoce al ser humano.

Norman Solórzano: Me hace ruido la idea de la tensión entre propiedad y mercado. No veo que exista esa tensión entre una ampliación del mercado y la consecuente liquidación de la propiedad (entiendo aquí, por propiedad, la propiedad privada capitalista). Aun más, el proceso de privatización por la ampliación del mercado más bien parece fortalecer la propiedad. Entonces, ahí no aparece la tensión que presume Angel.

Angel Ocampo: La tensión del capital entre propiedad y mercado, es la tensión entre el estado –que es el garante de la propiedad privada y del mercado, con sus valores de honradez y lealtad- y el mercado, con su valor de egoísmo y competencia. Además, cuando hablo de eticidad esta no no es sinónimo de ética.

Norman Solórzano: En tal caso, con esa precisión, nos colocamos en una línea crítica ya bastante abonada, pues si se trata de la tensión entre estado y mercado, es la tensión entre dos de las institucionalidades que resguardan la propiedad, por lo que aún en el caso de la liquidación del estado por el mercado, aquella, la propiedad privada, seguiría muy saludable. Por consiguiente, la discusión sobre la propiedad tiene una especificidad o un alcance que va más allá del mercado y del estado, aunque para nuestros efectos, contemporáneamente la propiedad aparezca predominantemente como propiedad privada capitalista (contextualización).

Miscelánea

Próxima sesión el miércoles 15 de abril. Daremos continuación a la cuestión de género y de cómo alimenta este pensamiento crítico.